jueves, 9 de abril de 2009

Visionarios de mercado: una profesión desagradecida


Lo cierto es que el anecdotario nos dice que sólo somos capaces de visualizar con acierto dentro de un marco dado por lo conocido y experimentado. Tenemos grandes ejemplos de visionarios que fracasaron en su intento de dibujar el futuro, como Ken Olson, Presidente y fundador de Digital Equipment Corporation que en 1977 afirmó que “no existe una sola razón por la cual alguien quisiera tener un ordenador en su casa.”; similar infortunio tuvo uno de los Hermanos Warner, en concreto H.M Warner al que se le carga con la frase “¿quién demonios va a querer oír hablar a los actores?” reflexionando sobre la posibilidad del desarrollo del cine sonoro.

El encumbrado Bill Gates, fundador de Microsoft, pronunció en 1981 una de sus frases más recordadas: "640K de memoria deberían ser suficiente para cualquiera."; sectorialmente hablando, Tom Watson de IBM efectuó otro célebre pronóstico al considerar que “bastarían cinco grandes ordenadores para cubrir las necesidades de todo el mundo”.

No menos atrevida fue la reacción del productor jefe de Decca Recording en 1962 al aseverar que "no nos gusta su música y, aparte, la guitarra es un instrumento en vías de extinción" tras recibir la maqueta de unos jóvenes músicos de Liverpool apodados The Beatles.

Por su parte, los responsables de la planificación financiera de Daimler Benz se atrevieron a principios del S.XX a vaticinar con una anticipación de siete a diez décadas las posibles dimensiones del recién creado mercado de automóviles. Tras esmerados y profundos análisis concluyeron que para el año 2000 habría un millón de coches activos en el mundo. La realidad fue bien distinta ya que ese año se fabricaron más de 60 millones unidades, alcanzándose más de 600 millones de vehículos en funcionamiento a lo largo y ancho del planeta.

¿Dónde está el problema de fondo en todos estos trágicos errores de previsión y visión?. Pues bien, la respuesta no obedece a factores como el horizonte temporal de la predicción o la falta de medios tecnológicos para el cálculo. La deficiencia común en estos ejercicios de predicción es basarla en una idea completamente equivocada.

Así pues, intentar definir el futuro sin modificar nuestra perspectiva o dando por hecho que la realidad actual será básicamente estable, es y será sin duda, la causa sustancial de errores predictivos históricos.

Los grandes cambios en cualquier ámbito se producen cíclicamente debido a factores económicos, sociales, tecnológicos o culturales. Puntualmente se producen acontecimientos que cambian el rumbo de las cosas, y representan puntos de inflexión que dan paso a nuevas etapas vitales; la caída del muro de Berlín, la muerte de un Papa, un atentado terrorista o en términos de cotidianedad la simple, pero siempre traumática, desaparición de un familiar.

La aparición de la radio en 1924 supuso una reconversión social por su capacidad para conectar culturalmente áreas geográficas distantes. De la noche a la mañana un suceso local era conocido a miles de kilómetros de distancia. Fue un punto de inflexión.

A pesar de su espectacularidad, la aparición de la televisión no transgredió las reglas de juego tal y como había sucedido con la radio. Es con la llegada de la era digital cuando la sociedad moderna ha visto de nuevo revuelto su forma de relacionarse, comprar, entretenerse y comunicarse. La realidad se ha reordenado en un sentido global, dandose la vuelta sectores productivos estructuralmente estables. El turismo y la industria discográfica son ejemplos obvios.

Cualquiera que pretenda a día de hoy dibujar el futuro sin incorporar una visión dinámica y veloz de la digitalización de la sociedad pasará a formar parte del amplio y prestigioso elenco de visionarios desorientados.

Volviendo a la idea de que el problema es basar nuestras predicciones en la realidad conocida os diré que Daimler Benz realizó sus cálculos basándolo en el número de chóferes que podría haber en el mundo en el año 2.000, y lo peor de todo es que más o menos acertaron. Sin embargo, sustentaron todo el proceso en una idea errónea. No barajaron la posibilidad de que un día cualquier persona pudiera conducir su propio vehículo. Igual le sucedió a Graham Bell al predecir el crecimiento del mercado de telefonía de acuerdo a la disponibilidad de operadores humanos a cargo de efectuar las conexiones.

Pedro Solbes se defendía, tras ser contradicho por el Banco de España en sus pronósticos de económicos, afirmando que sus previsiones económicas eran correctas teniendo en cuenta el momento en el que las hizo; pero que también las del Banco de España eran válidas considerando que se han hecho en la actualidad. El Sr. Solbes no es el primer gurú que realiza pronósticos sin contemplar adecuadamente los factores de entorno, pero si es el primero que justificas sus desatinos afirmando que las previsiones son válidas según el momento en el que se efectuen. En fin, este hombre no es que no sea visionario, simplemente no es.