miércoles, 14 de enero de 2009

Innovación: el poder de cambiar la realidad


Todo lo que se podía inventar, ya se ha inventado”, esta frase se le atribuye a Charles H. Duell, Delegado de patentes de EE.UU en el año 1899. Afortunadamente, el citado personaje no vivió lo suficiente para comprobar su incapacidad visionaria y su avanzada miopía predictiva.

Cabría la posibilidad de cometer el mismo error si expresáramos a día de hoy que todo está ideado, aunque dudo que nos equivocáramos si afirmamos que crear productos radicalmente nuevos y además útiles es un reto de extrema complejidad.

Dado que dedicar tiempo y recursos a generar ideas disruptivas supondría un laborioso esfuerzo, escaso de posibilidades en su materialización, parece que el sentido común nos lleva a profundizar en la innovación a través de otros procesos.

Hablemos por ejemplo de hibridar para innovar. La hibridación es un método que nos permite generar productos y servicios novedosos a partir de la combinación de ideas o la conexión de disciplinas aparentemente inconexas.

Hoteles con balneario, móviles con cámara de fotos, televisión con internet, cazadoras con conexión de ipod, taxis con entretenimiento, terapias de salud basadas en el vino, tiendas de moda con cafetería, tablas de surf para la nieve, tocadiscos con mp3, y un interminable etcétera.

La hibridación de productos, tecnologías y modelos de negocio, será probablemente la forma de generar competitividad en muchos de los sectores atrofiados por el tradicionalismo y la falta de iniciativa.

Innovar sea cual sea el nivel de ruptura pretendido está sujeto a la originalidad en nuestra forma de pensar o lo que es lo mismo a nuestra capacidad para ser excéntricos, lo que etimológicamente nos lleva a estar “alejados del centro”.

La analogía también es un potente instrumento de generación de nuevas ideas. Establecer comparaciones entre el comportamiento de las abejas y los procesos de construcción de viviendas podrían generar nuevas vías de estudio en la ingeniería industrial. Claro que para ello los ingenieros técnicos deberían aceptar en sus equipos a expertos apicultores.

Ideo está considerada la empresa de innovación más importante del mundo. Sus procesos de creación están mezclados con la visión de profesionales de disciplinas antagónicas o radicalmente alejadas. Enfermeras, barrenderos, médicos, deportistas y adolescentes participan activamente en los procesos de creación de nuevos productos que nada tiene que ver con ellos.

La imitación es fuente elemental para la generación de nuevos escenarios, productos y realidades. Desgraciadamente, la educación que recibimos prohíbe la imitación. Desde el primer día de clase nos sientan a dibujar y nos regañan si intentamos ver, contrastar o inspirarnos en los que nuestro amiguito de al lado está creando.

Quentin Tarantino está considerado el último genio del cine moderno. Su logro ha sido crear una nueva forma de hacer cine basada en un estilo propio de narración, una atmósfera estética personal, la repesca de viejas y olvidadas glorias del cine, y temáticas poco convencionales. Pues bien, el personaje más innovador de los últimos 30 años de cine no es ni más ni menos que un copión. Un espléndido artesano de cócteles.

Su universo es resultado de su aprendizaje como dependiente de un videoclub, el Video Archive de Manhattan Beach (California), lugar en el que entró a trabajar en 1985 y donde acumularía su ingente cultura cinematográfica. Las bandas sonoras al estilo Scorsese, las atmósferas de cine negro francés, los tributos al spaghetti western, a la serie B y al cómic son las bases que han permitido la ruptura del cine tarantinesco.

Ser el mejor en una especialidad no garantiza la generación de innovación, dediquemos un poco de tiempo cada día a tomar referencia de otras disciplinas y seguramente estaremos acumulando potencial suficiente para una espontánea y merecida explosión de creatividad.

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